El centurión Cayo Séptimo Marcelo no es un héroe romano al uso. No es valiente, no es generoso, ni siquiera es eficaz; más bien se nutre de la trampa, de excesivo vino e, indistintamente, de esclavos y esclavas jóvenes. Al servicio secreto del procurador de Judea, Poncio Pilato, Marcelo se sumerge en las cloacas políticas de Jerusalén para intentar descubrir a los asesinos de dos ciudadanos romanos, para controlar los movimientos de un molesto líder esenio llamado Jesús de Nazareth y para constatar la corrupción y el vicio delirantes que anidan en la corte del rey Herodes Antipas. El centurión Marcelo ignora, sin embargo, un secreto celosamente guardado en Antioquía, que ya costó la vida a varios de sus mentores y puede costarle también la suya. “Las cartas de Antioquía” es una novela donde, de un modo cercano a la novela de espionaje, se cuenta algo parecido a un “Evangelio apócrifo”, es decir, un modo de ver los últimos días de Jesús de Nazaret de un modo…  diferente.