Barcelona, mi barrio

Colegio Academia San Martín

En el número 307 de la calle de la Independencia, en la esquina de la calle Mallorca, existió hasta finales de los años ochenta el Colegio Academia San Martín, un centro escolar fundado en el curso de 1923–24 por la familia Rovira, profesionales de la educación.

Ocupaba el centro dos edificios, el mencionado en Independencia y otro auxiliar en la cercana calle de Xifrè del barrio del Clot. Este edificio, el de Independencia, había sido en origen una casa almacén de Luis Planagumà, proyectado en 1910 por el arquitecto modernista Manuel J. Raspall.

El edificio, del estilo modernista vienés tenía como característica más remarcable el segundo piso coronado por una ventana en arco dividida en tres columnas y un medallón. Toda una obra de arte.

El edificio era muy típico del arquitecto Raspall semejante a otros existentes y conservados en La Garriga. En algún momento estuvo catalogada en los edificios destacados del Ayuntamiento de Barcelona pero por alguna razón (capitalista evidentemente) fue vendido y derribado sin ningún problema convirtiendo el solar en una vulgar edificio de viviendas.

A finales de los años cincuenta y en los sesenta tuve el honor de escolarizarme en ese centro donde formé parte del grupo “literario–anarquista” Eidos con la publicación de una revista clandestina y la formación a cargo de dos profesores/as magníficos, María Victoria Secall y Oleguer Sanabra.

El derribo del edificio fue una de los actos más deleznables de la alcaldía de Serra o de Maragall.

El Grapo Luna

La confluencia de las calles Cartagena y Valencia no parecen tener nada extraordinario, salvo la pequeña diferencia de que a la calle Valencia llega un pasaje, por nombre Vilaret, que tiene la virtud de atravesar en diagonal dos manzanas de casas, desde la calle Provenza hasta Valencia. En el chaflán justo al lado, el formado por la calle Cartagena, subsiste todavía una pequeña tienda, hoy de comestibles, que fue hasta hace poco una granja, de las más antiguas del barrio, donde se expedía leche –incluso llegó a tener un corral con una vaca- pan y diversos tipos de pasteles. Frente a esa granja, cuando se acercaba por la calle Cartagena, fue abatido a tiros el domingo día 5 de diciembre de 1982 poco antes de las nueve de la mañana, el miembro de los GRAPO,  (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), Juan Martín Luna, responsable de propaganda de la organización y huido de la prisión de Zamora tres años antes. Los tres policías que dispararon sobre él –siete balazos casi todos mortales- fueron juzgados posteriormente y condenados por homicidio con la eximente parcial de cumplimiento del deber, lo que les supuso seis meses de cárcel, pero quedó la constancia judicial de que Martín Luna, condenado en 1977 por el asesinato de Florencio Herguedas, capitán del Ejército, no había mostrado intención de usar la pistola que portaba.

Marinos israelíes

Uno de los hechos más misteriosos acaecidos en Barcelona desde la Guerra Civil sucedió precisamente en la calle de Valencia, en el número 474 que se encuentra casi en el cruce con la calle Lepanto. En un piso de ese bloque aparecieron asesinados el día 5 de octubre de 1985 dos marineros israelíes, el calderero Joseph Abu Yaacob, de 32 años, y el marinero Joseph Abu Zion, de 36, ambos tripulantes del mercante Zim California, atracado en el puerto de Barcelona y cuya desaparición había sido denunciada varios días antes. El hecho se convirtió inmediatamente en un conflicto internacional pues una llamada a un medio de comunicación reivindicó el crimen en nombre de Fuerza 17, un grupo de agentes de élite perteneciente a la Organización para la Liberación de Palestina, OLP. Los dirigentes de la OLP desmintieron inmediatamente la autoría afirmando que la OLP no actuaba nunca fuera de los territorios palestinos ni tenía por costumbre hacer llamadas reivindicativas, y el Gobierno israelí acusó a la dirección de la OLP de orquestar el crimen. La policía española identificó a uno de los presuntos asesinos, un palestino de nacionalidad jordana, fichado por la Interpol, y que estaba realquilado en la vivienda donde se cometió el crimen. El titular del alquiler, que realquiló una habitación al sospechoso, era un jordano nacionalizado español llamado Osama Ezzaher al Masri. En el piso donde se cometió el crimen se encontró un pasaporte jordano, falso, con la foto del presunto asesino y un nombre que era el mismo que había dado en el contrato de subarrendamiento. Entre desmentidos e investigaciones, empezó a trascender la hipótesis de que los dos marineros eran agentes del Mossad, los servicios secretos de Israel, que cayeron en una trampa tendida por su asesino, pero la investigación se fue diluyendo hasta desaparecer de los medios de comunicación.

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